miércoles, 20 de julio de 2011

Reptiles (parte I): Cocodrilos, Lagartos y serpientes.

Los reptiles son animales vertebrados. Se estima que hace unos 310 millones de años descendieron de los anfibios, pero no de los anfibios modernos de hoy en día sino otros anfibios que vivían en la tierra en aquellos tiempos. Con el transcurso del tiempo los mamíferos y las aves surgieron de los reptiles.
La mayoría de los reptiles son ovíparos (ponen huevos), pero muchas especies de serpientes y lagartos son ovovivíparas (alumbran crías vivas).

Los reptiles existentes se caracterizan por el desarrollo de dos membranas embrionarias: un amnios protector y un alantoides respiratorio, o membrana vascular fetal. El amnios, común a los reptiles, aves y mamíferos, impide que el huevo se seque, de modo que las primeras fases del ciclo vital de estos animales no tiene que depender del agua.


En la mayor parte de las serpientes y algunos lagartos sólo hay un pulmón funcional; en otros reptiles, ambos pulmones están igualmente desarrollados. El tórax y el abdomen no están separados por un diafragma y la respiración se realiza con la ayuda de músculos de la pared del cuerpo.
Dado que dependen de la temperatura de su medio ambiente, los reptiles hibernan en las regiones donde el invierno es frío; algunas especies estivan -es decir, asumen un estado latente- en regiones muy calientes y secas. Es común referirse a los reptiles como animales de sangre fría, pero esto no es exactamente así ya que algunos de ellos, cuando están activos, pueden tener una temperatura corporal superior a la de la mayoría de los mamíferos. La diferencia importante en lo que se refiere a la fisiología de la temperatura corporal es que los reptiles dependen de fuentes externas de calor para mantenerla, mientras que los mamíferos generan el calor por procesos internos. Los reptiles regulan su temperatura aprovechando diferentes fuentes de calor externo, como la luz solar directa o las piedras, los troncos y el suelo calentados por el sol. Mediante el uso equilibrado de estas fuentes, las diferentes especies de reptiles mantienen una temperatura corporal más o menos constante, característica de cada especie, que suele ser superior a la del aire que la rodea. Sólo cuando el animal está en estado latente o inactivo la temperatura de su cuerpo es más o menos igual que la de su entorno.

El esqueleto de los reptiles está osificado casi en su totalidad (no es cartilaginoso). Su cráneo está unido a la columna vertebral por un único cóndilo, o superficie articular, como ocurre también en sus descendientes, las aves. Las costillas torácicas están unidas al esternón y, cuando existe un hueso sacro (parte de la espina dorsal conectada a la pelvis), las costillas sacras se articulan con la cintura pélvica. Pueden tener dos juegos completos de extremidades o haber perdido uno o ambos, como ocurre en las serpientes y algunos lagartos. Su piel está cubierta de escamas y pueden tener placas óseas debajo de la piel.
El corazón de los reptiles está formado por tres cámaras: dos aurículas y un ventrículo. En los cocodrilos, no obstante, el ventrículo está casi totalmente dividido en dos cámaras por un septo o tabique. Los dos arcos aórticos embrionarios (ramas arteriales presentes en los embriones de los vertebrados) persisten en los reptiles, contrariamente a lo que ocurre en las aves y los mamíferos, en los que sólo se desarrolla uno. La sangre venosa retorna al corazón desde la cola y las extremidades traseras, pasando por los riñones, a través de un sistema renal portal (venas-capilares); la sangre procedente de la región abdominal retorna por un sistema portal que atraviesa el hígado. La vejiga urinaria sólo está presente en las tortugas y los lagartos.



Los cocodrilos y sus parientes son reptiles de cuatro patas, muy similares a los lagartos. Se distinguen por su gran tamaño. En la espalda, desde el cuello hasta la cola, tienen hileras de placas óseas, que pueden dar la impresión de espinas o dientes. Quizás los conocemos mejor por su ferocidad, y en los casos de las especies mayores, por ser peligrosos al máximo.
Estos reptiles se mantienen gran parte del tiempo en el agua. Debido a su anatomía son capaces de abrir la boca y tragar debajo del agua sin ahogarse. Por lo general los caimanes, aligatores, y gaviales son de agua dulce, mientras que los cocodrilos habitan en agua dulce y salada. Los caimanes y aligatores son agresivos, pero los cocodrilos podríamos decir que son súper agresivos. Mientras que los gaviales son inofensivos.
La reproducción de los cocodrilos es por huevos. Hacen un nido, una pequeña montaña de hojas secas y tierra, cerca del agua donde la hembra desova. Los huevos son calentados por el calor generado de las hojas, y otra materia vegetal del nido, según se descomponen. Durante ese tiempo la madre permanece cerca del nido, en la tierra o en al agua, pero usualmente nunca muy lejos.



Un detalle de suma importancia: Los huevos y crías son presa de muchos animales, incluyendo los machos de la propia especie. La madre, que usualmente es muy celosa del nido y de los pequeñuelos recién nacidos, los defiende con toda su ferocidad. A menudo cargan con sus pequeños en la boca para protegerlos de los depredadores.
Por cierto, los dientes a los cocodrilos no le sirven ni para mascar ni para cortar. Sólo le sirven para atrapar y sujetar. Cuando la presa es muy grande, le arrancan un miembro o parte a ésta usando todo el peso de su cuerpo mientras dan vueltas. También acostumbran esconder bajo el agua las presas. De esta forma se le suaviza la carne que ellos entonces desgarran y tragándose la pieza entera sin masticarla.
Se conocen sólo 23 especies de cocodrilos, todos pertenecientes a la familia Crocodylidae y compartiendo varias características comunes. Inmediatamente identificables por sus cuerpos poderosos y fuertemente armados, con narices alargadas y dientes feroces, todos los miembros de la familia de los cocodrilos están adaptados a estilos de vida acuáticos; todos poseen pies con membranas interdigitales, fosas nasales ubicadas en la punta del morro para evitar 

respirar en el agua y membranas transparentes que protegen los ojos bajo el agua.
A pesar de estas similitudes, muestran un arco remarcablemente diverso de estilos de vida y hábitat. Los caimanes se encuentran sólo en América, pero los cocodrilos verdaderos se encuentran en regiones tropicales desde África hasta Australia. Un tercer grupo, los gaviales, se encuentran sólo en el sur y el este de Asia.
Las diferentes especies pueden variar en tamaño, pero son todos animales grandes en la adultez, desde cerca de 1,7 metros en el caso de los caimanes enanos hasta más de 7 metros en el caso de los cocodrilos de agua salada. Debido a su tamaño y velocidad en el agua, son peligrosos depredadores dondequiera que vivan. Los jóvenes comen comúnmente pequeños peces, ranas e insectos, pero los adultos pueden engullir grandes peces, tortugas e incluso grandes animales terrestres (incluyendo humanos), en el caso de las especies más grandes como el cocodrilo de agua salada o el del Nilo.
Los cocodrilos despliegan conductas sociales mucho más complejas que la mayoría de los reptiles y a menudo son muy territoriales, especialmente durante la temporada de cría. A diferencia de muchos otros reptiles son animales muy vocales, y pueden emitir un amplio rango de sonidos incluyendo rugidos, bramidos e incluso ronroneos.
Anfisbénidos:
Nombre de cualquier miembro del suborden de los Anfisbenios, que comprende unos 24 géneros y unas 140 especies, distribuidas por las regiones tropicales. Los anfisbénidos, denominados comúnmente culebrillas ciegas, son reptiles de cuerpo cilíndrico adaptados a una vida exclusivamente subterránea. La cabeza y la porción terminal del cuerpo son muy similares; los ojos están muy reducidos y debido a la utilización de la cabeza para excavar en el suelo, el cráneo está muy osificado. Otra consecuencia de la adaptación a la vida subterránea es la pérdida de las extremidades anteriores y las posteriores; sólo un género conserva los miembros anteriores, las llamadas culebritas con manitas, que se ayudan con ellas y con sus pequeños dedos —3 o 5, según la especie— para escarbar las arenas húmedas de las riberas, donde forman túneles de entre 20 y 40 cm de profundidad. Los anfisbénidos presentan el cuerpo cubierto de pequeñas escamas que están distribuidas en anillos a lo largo del cuerpo; esta característica permite diferenciar a los anfisbénidos de otros reptiles. Además del número de anillos se distinguen de otras especies, e incluso entre sí, por la presencia más o menos desarrollada de una quilla cefálica que hace las veces de herramienta para cavar.
Se sabe poco sobre su biología; se alimentan de invertebrados como hormigas y termitas, y parece ser que son ovíparos.
Lagartos:
En este grupo de reptiles encontramos los lagartos, iguanas, camaleones, monitores, y todos los otros reptiles similares a estos. Hay autores que se refieren a este suborden como Sauria y a las especies le llaman saurios.
Los miembros de este suborden por lo general tienen cuatro patas, pero no todos las tienen externas. Aquellos que carecen de las extremidades se asemejan mucho a las serpientes. En realidad las patas no son la mayor diferencia entre los lagartos y las serpientes. En diferencia a las serpientes, los lagartos tienen ‘cintura’ y la mandíbula inferior soldada. Y aunque la apariencia demuestre lo contrario, los científicos usan estos y otros datos en la clasificación.
Gecos
Gecos con Parpados
Iguanas
Agamas
Camaleones
Lagartos Nocturnos
Lagartijas
Lagartijas Americanas
Lagartijas de Anteojos
Eslizones
Lagartos de Cola Espinosa
Lagartos Ciegos
Monstruo de Gila
Fotografía de un Eslizón:
 
Lagarto Monitor o dragón de Komodo: Aunque suena como una criatura mitológica, como algo salido de la imaginación, un dragón de Komodo es una criatura real. También conocidos como lagartos monitores de la Isla Komodo, son la especie de lagartija más grande que existe en el mundo; un dragón de Komodo puede crecer hasta una longitud promedio de 2 ó 3 metros. Estos enormes reptiles también son bastante escasos hasta el punto de encontrarse en vías de extinción y sólo habitan unas cuantas islas de Komodo en el centro de Indonesia. Los dragones jóvenes pasan la mayor parte del tiempo en los árboles, pero una vez alcanzan un tamaño determinado ya no pueden trepar y pasan a ser terrestres. Los dragones adultos tienen la boca llena de dientes curvados y serrados y mandíbulas articuladas y pueden engullir una cabra con un esfuerzo mínimo, por lo que no es recomendable encontrarse en el lado equivocado. A pesar de ello, avizorar estas temibles criaturas en su hábitat natural es una experiencia que cualquier entusiasta de la vida salvaje no querrá perderse.
Serpientes:
Cercanas a los lagartos, las serpientes se reconocen por sus largos cuerpos sin miembros, que las distinguen de otros reptiles. Algunas serpientes han retenido rastros internos de sus miembros escondidos, especialmente las boas y pitones. Debido a sus cuerpos poco comunes, largos y angostos, las serpientes son distintas por dentro de los otros reptiles, y tienen columnas vertebrales largas con varios pares de vértebras. Poseen una buena visión, y a pesar de no ser capaces de oír como los mamíferos, pueden detectar vibraciones de baja frecuencia en el suelo, que les indican la presencia de depredadores o de presas.
Al igual que los lagartos, las serpientes son enormemente variadas en apariencia, y se han adaptado a vivir en casi cualquier nicho ecológico, excepto las regiones polares.
La mayor parte de las aproximadas 3.000 especies de serpientes no son venenosas, y usan sus dientes traseros para atrapar y retener la presa. Muchas especies, especialmente aquellas que cazan presas ágiles o grandes, sofocan la presa constriñéndola enrollándose alrededor de su cuerpo.
Alrededor de dos tercios de las especies de serpientes pertenecen a una sola familia, la Colubridae, que incluye las especies más comunes y no venenosas, tales como las culebras rayadas, verdes y negras, reales y ratoneras. Más pequeñas en número, las serpientes ponzoñosas están distribuidas por todo el mundo, especialmente en los trópicos, y están equipadas con colmillos adaptados que utilizan para inyectar veneno en su presa. Las serpientes con veneno más peligroso pertenecen a las familias de las víboras, las víboras de fosa y las cobras.
La Cobra
Cobra es el nombre común de un grupo de serpientes venenosas de la familia Elapidae, conocidas por su aspecto amenazante y su mordedura. Habitan en zonas tropicales y desérticas del sur de Asia y África.
Es fácil reconocerlas porque despliegan una especie de “capucha” en la zona de la cabeza cuando están irritadas o en peligro. Logran hacer esto aplanando las vértebras de la cabeza.
En general, se alimentan de roedores y aves a las que matan inyectándoles una neurotoxina a través de los colmillos. Entre sus predadores se incluyen la mangosta y probablemente algunas aves rapaces.
Serpiente Cascabel
Se trata de unas serpientes venenosas del continente americano perteneciente a la subfamilia Crotalinos. Son fácilmente reconocibles por una especie de cascabel córneo o crótalo que tienen en el extremo de la cola y que agitan con vigor para avisar a los intrusos cuando se encuentran acorraladas o en peligro. Algunas de estas serpientes pueden alcanzar hasta los 2,5 metros de largo, y los 4,5 kg. de peso. Normalmente viven en los secos bosques de pinos, en bosques arenosos, y en zonas costeras desde el sur del norte de Carolina hasta Florida y el este de Louisiana. Su piel con círculos amarillos, marcados en el centro por negros colores (parecidos a diamantes) hace que este tipo de serpiente sea el reptil mejor adornado de todo Norteamérica. Son unas exterminadoras en toda regla, y se alimentan de ratas y ratones así como de ardillas o pájaros.
El tamaño del cascabel aumenta cada vez que la serpiente muda la piel, proceso que le añade una sección. Las mudas pueden producirse hasta cuatro veces al año. Las partes más viejas del cascabel se van desgastando con el tiempo y se desprenden, de modo que el número de anillos de éste no es, como se cree popularmente, una indicación precisa de la edad de la serpiente.
Posee dos glándulas productoras de veneno, una a cada lado de la cara, que están conectadas por medio de conductos con la base de dos colmillos largos y huecos que se pliegan en el interior del maxilar cuando no están en uso. Las serpientes de cascabel se alimentan principalmente de pequeños mamíferos y reptiles. Como la mayoría de los crótalos, alumbran crías vivas, es decir, son ovovivíparas.
A pesar de su fama de animal mortal y muy agresivo, la cascabel tienen gran aversión a los humanos, hecho que hace que solo ataquen para defenderse. La mayoría de las picaduras ocurren cuando se intentan cazar o matar a estas serpientes. Estas pueden morderte en una zona cuya longitud es un tercio de la de su cuerpo. El veneno de la cascabel es una potente toxina que puede matar pájaros y causa daños en el tejido. Sus picaduras son tremendamente dolorosas y pueden ser fatales para un humano. Por suerte, existe un antiveneno, que actúa con eficacia, evitando en la mayoría de los casos la muerte del afectado.

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