El conocimiento popular dice que los tiburones abundan en aguas cálidas. Sin embargo, los números dicen que en el Caribe hay cerca de 30 especies de tiburones y en Chile, 53. “En el Caribe se ven los tiburones pelágicos, esos que andan en los primeros metros de la capa de agua. La mayoría de la gente los reconoce porque son grandes, pero hay un sinnúmero de especies de menor tamaño y mayor profundidad en Chile”, comenta Julio Lamilla, académico del Instituto de Zoología de la Uach. Hay más razones que explican su presencia en aguas del país. “Chile cuenta con una importante riqueza en los ecosistemas marinos y acá encuentran alimento”, explica Maximiliano Bello, coordinador para América Latina de la organización The Pew Environment Group.
Con este escenario, resulta llamativo que Chile sea, junto con Venezuela, el único país en la región que no cuente con una normativa que proteja a los tiburones contra el aleteo o finning. Esta práctica consiste en cortar sólo las aletas del tiburón y lanzar el resto del animal al mar, para que finalmente muera desangrado. La razón: la comercialización de las aletas es mucho más rentable que su cuerpo, y los barcos que practican esta actividad prefieren no acumular cuerpos poco rentables y que ocupan espacio en sus embarcaciones.
¿Dónde van a parar? Principalmente, a Asia. Según datos del Servicio Nacional de Aduanas, entre 2006 y 2009 se exportaron más de 71 toneladas de aletas de tiburón de ocho especies distintas, las que van a parar a cientos de restaurantes en China, Taiwán, Tailandia, Malasia, Vietnam, Hong Kong y otros países que se especializan en este plato, considerado de lujo y que se puede servir en matrimonios o banquetes. La sopa de aleta de tiburón tiene un precio de entre 100 y 200 dólares en los mercados asiáticos.
Pero el aleteo en Chile podría llegar a su fin. En el Senado se analiza una normativa que establece normas para la conservación de la biodiversidad de tiburones, para así posibilitar el aprovechamiento sostenible de las especies en el largo plazo. “Si sólo pueden llegar tiburones completos disminuirá la captura, pues donde puedes meter aletas de varias decenas de tiburones sólo puedes llevar algunos tiburones”, explica Bello.
La ley avanza rápido. Tanto, que el senador Antonio Horvath, presidente de la Comisión de Pesca, dice que debería ver la luz antes del 21 de mayo. Es más, el senador dice que podría ser parte de la cuenta pública del Presidente. “Hemos trabajado con las organizaciones de pescadores artesanales y con quienes históricamente han trabajado con tiburones. Es una ley muy socializada, por eso va fluyendo rápido y no hay gente que se oponga”, explica.
¿Por qué es importante una ley como esta? Los números dicen que en el mundo se matan más de 73 millones de tiburones al año sólo para extraer la aleta. Nada bueno, tomando en cuenta que las poblaciones de tiburones vienen a la baja: 30% está en peligro o casi peligro de extinción, y del 40% no hay información suficiente para decir su estado, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Se trata de una especie difícil de contabilizar, por sus procesos migratorios. Sin embargo, Chile tendría la mayor población de tiburón de Galápagos, en isla Sala y Gómez, según Nat Geo.
Los tiburones cumplen un rol clave en las cadenas tróficas marinas. “Son los más grandes depredadores del sistema, por lo que si ellos desaparecen, los que vienen debajo de ellos empiezan a aumentar, sin control alguno”, explica Rodrigo Vega, consultor experto en pesquería de tiburones. Vega dice que se ha comprobado en muchas partes del mundo que estas prácticas producen un desequilibrio entre las especies, especialmente en Asia, donde ya hay especies que desaparecieron. “Eso también le genera problemas al hombre, que ve modificados los ecosistemas donde vive”, concluye.
Fuente: tercera.com
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